COLABORADORES

Stephen Dover, CFA
Chief Investment Strategist
Head of Franklin Templeton Institute
Literalmente en el último momento, el Congreso aprobó una resolución continua de 45 días, promulgada por el presidente estadounidense Joe Biden, por la que se autoriza el gasto del gobierno federal de EE. UU. hasta mediados de noviembre, lo que evita el tan esperado cierre del gobierno.
Los mercados podrían respirar aliviados. Después de todo, un cierre prolongado del gobierno podría haber dado lugar a una caída del gasto y, lo que es peor, en última instancia, podría haber afectado a los principales servicios gubernamentales en la esfera de las finanzas y el transporte, así como a una gran variedad de servicios.
Sin embargo, es probable que el alivio no dure mucho tiempo. La resolución continua acordada el sábado constituye una solución a corto plazo y podría presagiar una nueva serie de disputas políticas y estrategias arriesgadas en un plazo de seis semanas.
A continuación, presentamos algunas observaciones dirigidas a los inversores acerca de qué pueden pensar (y no demasiado) de las repercusiones de las políticas adoptadas justo antes de medianoche en sus carteras.
Por qué resulta difícil llegar a un acuerdo
En primer lugar, cabe destacar que, a pesar del reciente acuerdo logrado para evitar el cierre, Washington continúa caracterizándose por la intransigencia y así seguirá, por lo menos hasta las elecciones de 2024.
En virtud de la Constitución de EE. UU., el Congreso tiene la facultad de imponer los gravámenes y decidir el gasto, mientras que el poder ejecutivo solo puede mostrarse de acuerdo, mediante la promulgación de leyes, o en desacuerdo, a través de su derecho a veto. Según la Ley Antideficiencia de 1884, los organismos del gobierno federal no pueden realizar gastos sin la aprobación del Congreso (legislación relativa a las asignaciones presupuestarias). Por tanto, si se produce un cierre del gobierno, será porque el Congreso no puede o no quiere autorizar el gasto1.
Como es bien sabido, el Congreso está dividido, y cada una de las partes cuenta con una ajustada mayoría en una de las cámaras (los republicanos en la Cámara de los Representantes y los demócratas en el Senado). En el actual panorama político, caracterizado por la polarización, los resultados acordados por ambos partidos son poco frecuentes y solo se suelen producir como opción de última hora, como vimos en la noche del sábado.
Cabe destacar que, por mucho que los inversores puedan acoger con beneplácito las soluciones bipartitas, estas también pueden desestabilizar la política interna de los partidos. El cargo del presidente republicano de la Cámara de los representantes, Kevin McCarthy, puede verse cuestionado esta semana por los miembros de su propio partido que piensan que se ha perdido una oportunidad de promover su programa político al forzar un cierre.
La clave está en que las mayorías ajustadas en los partidos los hacen proclives a la inestabilidad, lo que reduce todavía más las opciones para el liderazgo legislativo.
En conclusión, es probable que los inversores que esperan un largo período de estabilidad, predictibilidad y liderazgo políticos en Washington se lleven una decepción. Las divisiones entre los partidos y dentro de ellos a la hora de gobernar de forma eficaz han quedado más patentes que nunca debido a las disputas de las últimas semanas.
En ocasiones anteriores, los inversores solían acoger favorablemente las divisiones en el gobierno de Washington. Los bloqueos garantizaban que no habría grandes cambios. Sacar a Washington de la ecuación significaba que Wall Street podía centrarse totalmente en los fundamentos (el crecimiento, la inflación, los tipos de interés y las ganancias) que impulsan la mayor parte del rendimiento de las carteras y las rentabilidades del precio de los activos.
Sin embargo, la clase de bloqueo de hoy en día no resulta tan favorable, por dos razones como mínimo.
En primer lugar, las autorizaciones de gasto a corto plazo («resoluciones continuas») deben renovarse de manera periódica (o, en último caso, reemplazarse por asignaciones anuales), lo que quiere decir que pronto reaparecerán las preocupaciones acerca de las perturbaciones de un posible cierre. Dada la experiencia de EE. UU. en materia de cierres del gobierno desde la década de 1990 (ocho episodios en total), el acuerdo de última hora de este fin de semana no ofrece un gran consuelo acerca de que se pueda evitar un cierre a finales de este año o en 2024.
En segundo lugar, la aparición de grandes déficits en el gobierno federal estadounidense desde la crisis financiera mundial (y todavía más desde la pandemia global) requiere, en algún momento, la capacidad de encontrar soluciones duraderas para reducir los déficits y estabilizar (ya no reducir) la deuda pública con relación al producto interior bruto. Los acontecimientos de la semana pasada no brindan muchas esperanzas de que se vaya a vislumbrar próximamente una solución a esos desafíos a largo plazo.
Por lo tanto, los inversores solo disfrutan de un alivio temporal de los retos de Washington. Durante las próximas semanas, su enfoque volverá a centrarse en las cuestiones relacionadas con un aterrizaje suave en el plano económico, las perspectivas de ralentización de la inflación, las consecuencias para la política de la Reserva Federal y el inicio de la temporada de ganancias del tercer trimestre. No obstante, para cuando salgan los demonios disfrazados en Halloween, los fantasmas de Washington volverán a aparecer en la cuenta atrás de las últimas semanas para un posible cierre del gobierno a mediados de noviembre.
La medianoche es la hora de las brujas. Los acuerdos logrados justo antes de medianoche han proporcionado un alivio a corto plazo, pero los temores solo se han aplazado, no se han disipado.
Disfruten del respiro mientras dure. Es posible que la situación vuelva a ser escalofriante.

Stephen Dover, CFA
Chief Market Strategist,
Franklin Templeton Institute
- Puede producirse un cierre del gobierno si el presidente veta la legislación sobre el gasto aprobada por el Congreso, pero, en la práctica, esto no ha llevado a un cierre del gobierno desde mediados de la década de 1990.
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