COLABORADORES

Tony Davidow, CIMA®
Senior Alternatives Investment Strategist
Franklin Templeton Institute

Priya Thakur, CFA
Analyst
Franklin Templeton Institute
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Puntos clave
- Los mercados privados (capital riesgo o private equity, crédito privado y bienes inmobiliarios) han ofrecido históricamente una «prima de iliquidez»
- Las instituciones y las family offices han reconocido esta prima de iliquidez y tradicionalmente han asignado abundante capital para captarla
- Los asesores deberían plantearse desarrollar un «componente de iliquidez»
- Asignar una parte de la cartera de un cliente a inversiones ilíquidas ayuda a mantener un enfoque a largo plazo
El legendario inversor David Swensen afirmó como es bien sabido que la «inteligente aceptación de la iliquidez y una orientación al valor constituyen un enfoque sensato y conservador de la gestión de carteras».1 Lo que Swensen y tantos otros inversores sofisticados reconocieron es la prima de iliquidez disponible al asignar capital a inversiones ilíquidas como el capital riesgo (private equity), el crédito privado y los bienes inmobiliarios privados.
De hecho, durante todo el tiempo que Swensen fue director de inversiones de la dotación de Yale, a menudo asignaba entre el 70 % y el 80 % de su cartera a inversiones alternativas en general, con presupuestos de iliquidez de hasta el 50 % de la asignación total. El componente de iliquidez es una técnica que emplean las instituciones para identificar la cantidad de capital que están dispuestas a inmovilizar durante un largo período de tiempo (7-10 años). A finales del año fiscal 2023,2 Yale tenía unos 41 000 millones de dólares en activos gestionados, con un porcentaje de iliquidez del 50 %.
Por supuesto, las dotaciones son muy diferentes de los inversores particulares y Yale trae consigo ciertas ventajas, como un acceso único a los mercados privados, recursos dedicados a evaluar las oportunidades y un horizonte a largo plazo. Si Yale necesita capital, tiene la posibilidad de recurrir a antiguos alumnos y donantes adinerados para obtener capital adicional.
La mayoría de los inversores de alto valor patrimonial (HNW) se sentirían incómodos bloqueando tanto capital, pero el concepto de un componente de iliquidez sería desde luego aplicable. Aunque puede que los inversores de alto valor patrimonial no tengan donantes a los que recurrir, a menudo comparten algo con Yale: un largo horizonte de tiempo para algunos de sus objetivos.
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Notas al final:
- Fuente: David F. Swensen, «Pioneering Portfolio Management: An Unconventional Approach to Institutional Investment». 2009.
- Fuente: Universidad de Yale. Informe financiero del ejercicio financiero 2023.
¿CUÁLES SON LOS RIESGOS?
Todas las inversiones conllevan riesgos, incluida la posible pérdida de capital.
Las inversiones en muchas estrategias de inversión alternativa son complejas y especulativas, entrañan importantes riesgos y deberían considerarse un programa de inversión completo. En función del producto en el que se invierta, es posible que las inversiones en estrategias alternativas ofrezcan solo una liquidez limitada y sean adecuadas únicamente para personas que puedan permitirse perder el importe íntegro de su inversión. Las estrategias de inversión centradas principalmente en las empresas privadas plantean ciertos desafíos y entrañan más riesgos que las inversiones en las empresas públicas, como lidiar con la falta de información disponible sobre esas empresas y su falta general de liquidez. La diversificación no garantiza los beneficios ni protege del riesgo de pérdida.
Los riesgos de invertir en bienes inmobiliarios incluyen, entre otros, las fluctuaciones en los índices de ocupación de los arrendamientos y los gastos de explotación, las variaciones en los calendarios de alquiler, que a su vez pueden verse perjudicados por las condiciones económicas locales, estatales, nacionales o internacionales. Dichas condiciones pueden verse afectadas por la oferta y la demanda de propiedades inmobiliarias, las leyes de zonificación, las leyes de control de alquileres, los impuestos sobre bienes inmuebles, la disponibilidad y los costes de financiación y las leyes medioambientales. Además, las inversiones inmobiliarias también se ven afectadas por las perturbaciones del mercado causadas por preocupaciones regionales, inestabilidad política, crisis de la deuda soberana y pérdidas no aseguradas (generalmente por sucesos catastróficos como terremotos, inundaciones y guerras). Las inversiones en valores relacionados con bienes inmobiliarios, como los valores respaldados por activos y los valores respaldados por hipotecas están sujetos a riesgos de amortización anticipada y aplazamiento.
Los valores de renta fija implican riesgos de tipos de interés, de crédito, de inflación y de reinversión, así como la posible pérdida del capital. Cuando los tipos de interés suben, el valor de los títulos de renta fija baja. Las variaciones de la calificación crediticia de un bono o de la calificación crediticia o solvencia financiera del garante, asegurador o emisor del bono pueden afectar a su valor. Los bonos de alto rendimiento de calificación baja están sujetos a una volatilidad de precios, una falta de liquidez y una posibilidad de impago mayores.
Los valores de renta variable están sujetos a variaciones en los precios y a una posible pérdida del capital.
Una inversión en activos privados (como capital riesgo o crédito privado) o en instrumentos que invierten en ellos se vería como falta de liquidez y podría requerir un compromiso a largo plazo sin garantía de rentabilidad. El valor y la rentabilidad de dichas inversiones variarán, entre otras cosas, debido a los cambios en los tipos de interés del mercado, las condiciones económicas generales, las condiciones económicas de sectores concretos, la situación de los mercados financieros y la situación financiera de los emisores de las inversiones. Tampoco pueden existir garantías de que las empresas hagan que sus valores coticen en un mercado de valores. Por ende, la ausencia de un mercado secundario líquido establecido para algunas inversiones podría incidir negativamente en el valor del mercado de esas inversiones y en la capacidad de los inversores para enajenarlas en el momento oportuno o a un precio favorable. La rentabilidad pasada no garantiza rentabilidades futuras.
