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Se trata de la segunda mayor votación democrática del mundo (después de la India)

Durante cuatro días de junio, más de 350 millones1 de ciudadanos de la Unión Europea (UE) votarán para decidir la composición del Parlamento Europeo hasta 2029. Cerca de 20 millones votarán por primera vez. Parece un momento crucial; la mayoría afirma haber perdido la fe en los partidos políticos tradicionales y establecidos, y busca el cambio.

¿Cuáles son las problemáticas?

Según la última encuesta del Eurobarometer2 realizada antes de las elecciones, los temas que más preocupan a los votantes son:

  • Lucha contra la pobreza y la exclusión social 33 %
  • Apoyo a la salud pública 32 %
  • Apoyo a la economía y a la creación de empleo 31 %
  • Defensa y seguridad de la UE 31 %
  • Lucha contra el cambio climático 27 %

La semejanza entre estos temas es sorprendente, ya que la atención a la defensa y la seguridad ha crecido rápidamente a lo largo de esta legislatura, impulsada por la guerra cada vez más indiscriminada y desesperada de Rusia contra la vecina Ucrania. Alrededor de ocho de cada 10 encuestados afirman que la importancia de estas elecciones es mayor que en el pasado. Una de las conclusiones más sorprendentes es el deseo constante de reforzar la posición de la UE en el mundo, con la seguridad en materia de defensa (37 %), alimentación (30 %) y energía (30 %) como los tres temas más importantes.

Un Parlamento con historia de centro-derecha se enfrenta a los populistas

A lo largo de la historia de la UE, su Parlamento ha estado gobernado por un pacto entre las dos formaciones mayoritarias, la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D) y el Partido Popular Europeo (PPE), que se sitúan en el centro del espectro político. Estos han ido perdiendo apoyos en las dos últimas elecciones y se espera que sigan reduciéndose en junio. Tras las sacudidas de la pandemia del COVID-19, la guerra abierta en Ucrania, la repentina y brusca subida de los tipos de interés para combatir la inflación galopante, populistas menos conocidos están encontrando terreno fértil para sus mensajes.

Los moderados Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) son fuertemente antirrusos, adoptan una línea dura en materia de inmigración y rechazan las propuestas de un Estado europeo «federal» más unificado y cohesionado. Pero sí trabajan con partidos de centro. La agrupación Identidad y Democracia (I&D), más reciente y emergente, que parece simpatizar más con Rusia y China, se muestra más escéptica con Bruselas y, a juzgar por las apariencias, es menos probable que sea constructiva en la formulación de políticas de la UE.

En la práctica, mucho dependerá del posicionamiento final de los nuevos candidatos. Como es probable que el PPE siga siendo el partido más grande, probablemente continuará dirigiendo la política y asegurándose una fuerte influencia en los nombramientos del ejecutivo.

La composición del Parlamento de la UE (según las proyecciones de las encuestas) indica avances significativos de la agrupación I&D, que contiene a Alternative für Deutschland (AfD) y Rassemblement National (RN), liderada por Marine Le Pen. Se prevé que la agrupación obtenga 98bancas en junio, frente a las 58 actuales, a costa de los Verdes y Renovación. Ese número de bancas equivale al 13,6 % del total, lo que no basta para dirigir la política, pero podría bastar para bloquearla o ralentizarla.

¿Qué deberían considerar los inversores ante esta nueva ola derechista en Europa?

En pocas palabras, hay tres grandes partidos de derecha en Europa: la AfD alemana, la RN francesa y los Frattelli di Italia, o Hermanos de Italia. Los tres comparten una hostilidad explícita hacia los inmigrantes y el islam, un nacionalismo ruidoso y asertivo, una aversión a cualquier «federalismo» percibido en el contexto de la UE y una inclinación hacia la gobernanza autoritaria. Pero son criaturas de sus propios ecosistemas políticos nacionales. No son idénticos, no están coordinados y a menudo entran en conflicto entre sí.

Los Hermanos de Italia es un partido “nacional”, que gana en el norte y el sur de su país. Ese amplio apoyo permitió a Giorgia Meloni formar y dirigir un gobierno de coalición en Italia. Ha apoyado decididamente a Ucrania y ha rescindido la adhesión de su país a la iniciativa china “Belt and Road”. Su Gobierno se ha mostrado firme en los controles fronterizos, pero ha mantenido relaciones constructivas con Bruselas.

El RN sigue dependiendo de sus bastiones tradicionales en el cinturón industrial del norte y el este de Francia, pero se ha abierto camino en el sur y en la costa mediterránea, convirtiéndose en el mayor partido de la oposición en el Parlamento. El partido siempre ha tenido una fuerte subcultura rusófila, que podría estar impulsada por un profundo antiamericanismo, evidente desde los orígenes del partido en 1972. La invasión rusa de Ucrania pilló a Le Pen y a su partido a contrapié y obligó a apresurarse a rebajar el tono del apoyo a Moscú. En septiembre de 2023 anunció que el partido había saldado su deuda pendiente con los prestamistas rusos, ya que se había convertido en un riesgo político.

La AfD carece de un amplio apoyo nacional en Alemania. Es el más débil de los tres en términos de gobernanza, con frecuentes cambios de liderazgo, y su apoyo se concentra en el cinturón del óxido de la antigua Alemania Oriental comunista. La agencia de inteligencia nacional alemana clasifica a elementos del partido como extremistas “anticonstitucionales”.4 Esto hace difícil aspirar a un gobierno nacional, por lo que el Parlamento de la UE es el mejor escaparate disponible. Sus propuestas van desde abandonar la UE a deportar a extranjeros y alemanes nacidos en el extranjero, poner fin al apoyo a Ucrania y mejorar las relaciones con Beijing.

Tanto la AfD como RN han sido objeto de investigaciones recurrentes sobre sus vínculos con China y Rusia. En abril de 2024, las autoridades alemanas detienen a un hombre de nacionalidad china acusado de espiar para Beijing. Fue asesor de Maximilian Krah, principal candidato de la AfD a las elecciones al Parlamento Europeo.

¿Cuál es el resultado probable?

La «gran coalición» del PPE y el S&D seguirá teniendo (probablemente) el 42 % de las bancas (actualmente el 45 %), y si trabajan con la agrupación RE, controlarían el 54 %.5 El Parlamento sería mayoritariamente de centro-derecha. Entre los ámbitos en los que puede haber más tensiones entre Bruselas y los gobiernos de los Estados miembros figuran las cuestiones medioambientales, en las que es probable que la nueva mayoría se oponga a una actuación ambiciosa de la UE para hacer frente al cambio climático. Se espera una reducción de las libertades civiles, la justicia y los asuntos de interior a nivel de país, y la atención a la aplicación de políticas más restrictivas en materia de inmigración llevará a una revisión de la legislación comunitaria sobre el asilo. Esto supondría una victoria para los nuevos populistas, ya que permitiría a cada país fijar sus propias cuotas de refugiados.

¿Qué repercusiones tendrá para los inversores el próximo Parlamento Europeo?

La expectativa es que se produzca un debilitamiento significativo de los impulsos para mantener a raya a los gobiernos individuales en lo que respecta a las normas fiscales e incluso a la reforma judicial, como ha ocurrido en Hungría. También podría producirse un notable debilitamiento del actual impulso a la transición ecológica a nivel de los gobiernos individuales en favor de los intereses rurales y agrícolas. Deberíamos esperar más intentos de limitar a las grandes empresas tecnológicas.

Para los inversores, pensamos que este escenario se presenta sorprendentemente bueno. Es probable que el proceso presupuestario general y la gestión sigan siendo sólidos. El comercio debería seguir siendo una prioridad, aunque continúe el proceso de “desmarcarse” de China. Las empresas europeas deberían recibir un apoyo más claro de la UE, especialmente en materia de protección frente a competidores percibidos como desleales, como China. Se espera que el nuevo Parlamento dé prioridad a la agricultura, la pesca, el desarrollo rural, el desarrollo industrial y la investigación.

Políticas que podrían perder importancia

Políticas que podrían volverse prioridad

Aplicación de las normas de la UE a los Estados miembros

Control fronterizo

Normas fiscales y monetarias, poder judicial independiente

Políticas de inmigración y asilo

Libertades civiles y normativa nacional

Desarrollo rural: mejora de las infraestructuras

Políticas medioambientales

Agricultura: seguridad alimentaria

Green Deal; objetivos netos cero; conservación de la naturaleza

Comercio internacional: sin ofrecer acceso al mercado

Política exterior

Defensa y seguridad

Relación “equilibrada” con China

Aumento del gasto en defensa a nivel nacional

Acuerdos de libre comercio

Continúa el apoyo a Ucrania

A largo plazo, un período de capacidad limitada para aplicar normas comunes en los ámbitos económico, fiscal y reglamentario no tiene por qué ser un problema estructural, en nuestra opinión. Existe la posibilidad de un cambio de péndulo dentro de cuatro años.



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