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Puntos clave

  • El rendimiento de la renta variable de la media de las acciones de este año ha sido débil y la economía ha comenzado a ralentizarse, lo que establece las cuestiones clave de 2024: ¿experimentaremos un aterrizaje suave o un mayor declive en cuanto a los beneficios corporativos?
  • La participación accionaria de pequeña y mediana capitalización ha brillado por su ausencia en el ligero repunte del mercado. Seguiremos observando indicadores de amplitud y buscando una importante expansión para proponer una perspectiva más saludable; no obstante, sin una mejora, nos mantendremos cautos.
  • Esperamos que el liderazgo del mercado se amplíe en 2024 y consideramos que, en una recesión económica, las acciones defensivas de alta calidad aguantarán mejor que los actuales líderes en materia de megacapitalización.

El repunte de la megacapitalización no es un visto bueno para la renta variable

A principios de año, anticipamos que la rápida retirada de liquidez llevada a cabo por la Reserva Federal mantendría la presión sobre la renta variable y, en última instancia, desembocaría en una recesión. Mientras que el S&P 500 Index experimentó una corrección durante un breve período de tiempo a finales de octubre, los mercados de renta variable aumentaron en noviembre a la vez que un repunte masivo en los tipos de interés ejerció una presión a la baja de los rendimientos en medio de las tendencias desinflacionistas y las expectativas de que no solo la Fed había acabado con sus subidas de los tipos, sino que los recortes de los tipos también comenzarían antes de lo que se había previsto. A pesar de que, en un principio, esto parece ser un atractivo telón de fondo para los inversores y que las medidas inflacionistas están disminuyendo, no estamos preparados para anunciar el visto bueno para la renta variable. De hecho, a pesar de las ganancias en los índices dominados por la alta capitalización, el rendimiento de la renta variable en la media de acciones ha sido débil y la economía está comenzando ahora a mostrar señales más claras de ralentización. La cuestión para 2024 es si la economía experimentará un aterrizaje suave, tal y como se espera ahora, o un mayor declive con relación a los beneficios empresariales.

Continuamos previendo, como mínimo, una leve recesión, pues muchos de los indicadores clave de los que realizamos un seguimiento apuntan en esa dirección. La cesta de los principales indicadores económicos de The Conference Board ha descendido de forma dramática en los últimos meses y sigue estando desconectada del crecimiento del producto interior bruto (PIB). Les recordaríamos a los inversores el impacto del PIB de los desfases negativos con relación a los principales indicadores económicos, lo que dificulta el calendario de previsiones. Además, la curva de rendimiento lleva alrededor de un año invertida, un período de tiempo que encaja con cuando la debilidad económica debería empezar a ser más patente.

A pesar de que consideramos que los inversores siguen siendo demasiado complacientes con respecto a los beneficios empresariales y la economía, nuestras previsiones previas infravaloraron el impacto que el estímulo fiscal tendría en el sistema financiero estadounidense durante los años de la COVID. Los grandes programas de gasto fiscal impulsaron de forma importante el PIB del año pasado y su impacto sigue contribuyendo a contrarrestar los efectos de las condiciones monetarias más ajustadas. Además, los cambios estructurales en materia de empleo han hecho que las corporaciones sean reticentes a la hora de recortar empleados, lo que hace que los mercados laborales se mantengan ajustados. El resultado es que el consumo, que supone dos tercios del PIB estadounidense, se mantiene en unos niveles más altos de lo cabría esperar durante los ciclos restrictivos más tradicionales. Dicho esto, los ahorros de los consumidores vuelven a situarse en niveles previos a la COVID, el mercado de la vivienda es lento y poco asequible, y es probable que el empleo se deteriore, pues —ante la reducción de la demanda— los empleadores intentan mantener los márgenes. A pesar de que la recesión sigue siendo nuestra hipótesis de base, consideramos que las posibilidades de una importante recesión económica son más bajas, pues los efectos prolongados del gasto fiscal están contribuyendo a amortiguar el endurecimiento monetario.

Además de intentar predecir el futuro en materia económica, consideramos que la amplitud del mercado proporciona importantes visiones acerca de la durabilidad del futuro rendimiento del mercado. A pesar de que la rentabilidad del mercado de este año ha sido mejor de lo esperado, su rendimiento subyacente es bastante más variado y con más matices de lo que cabría suponer si nos limitamos a fijarnos en el índice S&P 500. La rentabilidad en lo que va de año ha estado impulsada de forma desproporcionada por las principales siete ponderaciones del índice S&P 500, que han representado alrededor de un 70 % del rendimiento general del índice (a noviembre) y que se han ganado el sobrenombre de los Siete Magníficos. Como resultado, en el último año han surgido estrategias de crecimiento de alta capitalización. Por el contrario, todos los estilos de valor, así como las categorías de pequeña capitalización, han seguido el rastro de esas acciones en alrededor de 30 puntos porcentuales.

A nivel histórico, al inicio de un nuevo mercado alcista, las acciones de pequeña y mediana capitalización suelen marcar el camino con respecto al rendimiento y la participación suele ser sólida en todo el espectro. En el actual mercado reducido, la participación de acciones de pequeña y mediana capitalización es un componente que ha brillado por su ausencia en el repunte. Además, solo tres de los 11 sectores en el índice S&P 500 están teniendo un rendimiento superior al del índice en general, una condición que ha tenido un impacto en lo que respecta a las estrategias más diversificadas. Seguiremos observando indicadores de amplitud y esperando verlos expandirse de forma importante como un indicador principal de una perspectiva más saludable; no obstante, sin una mejora, nos mantendremos cautos.

Gráfico 1: Un bajo rendimiento ponderado por la igualación indica una oportunidad activa

S&P 500 ponderado por la igualación/capitalización: Rendimiento en lo que va de año

Fuente: FactSet. Datos a 30 de noviembre de 2023. Los índices no están gestionados y no es posible invertir directamente en ellos. No incluyen comisiones, costes ni gastos de suscripción. La rentabilidad pasada no es un indicador ni una garantía de los resultados futuros.

Una consecuencia del actual mercado reducido es un amplio diferencial de rendimiento a nivel histórico entre el índice S&P 500 ponderado por la capitalización del mercado y ponderado por la igualación (gráfico 1). A lo largo del próximo año, esperamos que esta divergencia se invierta a medida que otros sectores del mercado ganan un importante terreno. No esperamos que los Siete Magníficos sufran un importante declive y tampoco anticipamos la misma función escalonada con mayores ganancias para esas empresas, tal y como vimos en 2023. Por el contrario, esperamos un mayor liderazgo relativo y que se incluyan grupos con una estrategia más defensiva y que el año pasado tuvieron un menor rendimiento. Consideramos que, en una recesión económica, las acciones defensivas de alta calidad, sobre todo en el sector sanitario, aguantarán mejor que los actuales líderes en materia de megacapitalización. Por último, creemos que los bancos serán un importante grupo al que prestarle atención, pues son un potencial barómetro de la debilidad económica debido a lo sensibles que son a potenciales problemas crediticios. No obstante, mantenemos la mente abierta y consideramos que esta vez podría ser diferente debido al impacto económico y las soluciones relacionadas con la COVID, pero esperaremos pacientemente por la información antes de llegar a esa conclusión.



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