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¿Es el momento de invertir en renta fija? Es una de las principales preguntas que nos hacen los clientes. Como parte de nuestra última edición de «Ideas de inversión», les planteé esta pregunta a dos de nuestros principales gestores de carteras de renta fija, Josh Lohmeier, de Franklin Templeton Fixed Income, y Mark Lindbloom, de Western Asset. A continuación, describimos algunos de los aspectos más destacados de nuestros debates:

¿Aterrizaje suave u otra cosa? Las anteriores subidas de tipos de la Reserva Federal (Fed) están repercutiendo en la economía, pues se observan signos de relajación en los últimos datos de inflación, economía y empleo. El mercado prevé hasta cuatro recortes de los tipos de interés de la Fed en 2024. Pero, ¿se ralentizará tanto la economía como para justificar tal relajación? Mark y Josh coincidían en que la causa más probable era un aterrizaje suave, caracterizado por una ralentización del crecimiento y un retroceso de la inflación, pero quizá con un nivel de inflación inferior al objetivo del 2 % que se había fijado la Fed. Ambos gestores de carteras coinciden en que la hipótesis de una recesión de «aterrizaje brusco» parece menos probable en estos momentos. Por el contrario, Josh defendió un crecimiento económico más fuerte y señaló la (sorprendente) resistencia del consumidor como factor favorable para la economía. También dijo que su equipo espera un único recorte de tipos hacia la segunda mitad de 2024, menos de lo que espera el mercado. Mark estaba más convencido de que, aunque la economía no llegue a niveles de recesión, se ralentizará, al igual que la inflación y los tipos de interés.

Aumentar la duración. Aunque nuestros gestores de carteras debatieron los matices de las perspectivas económicas, coincidieron en que el acceso a los activos de mayor duración parece muy atractivo en este momento —quizá el mejor de los últimos diez años—, sobre todo si el crecimiento económico resulta más débil de lo previsto. Dicho esto, teniendo en cuenta la volatilidad, sigue siendo conveniente reducir la duración y mantener parte del dinero en efectivo como «valores líquidos». Razones por las que empezar a salirse de la curva de rendimientos:

  • Los rendimientos nominales y reales parecen estar en un nivel de valor razonable si se tiene en cuenta la evolución histórica.
  • La inflación parece estar en descenso.
  • La estrecha correlación que existía entre las acciones y los bonos en 2022 ha disminuido este año, por lo que las ventajas de una combinación de acciones y bonos en una cartera se han reafirmado en términos de un mejor equilibrio entre riesgo y rentabilidad.
  • La desventaja de conservar efectivo es que si los tipos bajan, los rendimientos del efectivo también lo harán, por lo que optar ahora por la renta fija permite a los inversores «asegurarse» unos tipos de interés más altos.

Vigilar de cerca el panorama fiscal. Los bonos del Tesoro son necesarios para financiar los déficits fiscales, y la necesidad que tiene el gobierno de pedir más fondos prestados repercute en los tipos de interés. Aunque esta situación de ralentización del crecimiento es positiva para las inversiones en renta fija, la presencia de una mayor cantidad de deuda pública en el mercado supondría una desventaja y, probablemente, generaría una volatilidad mayor. Josh señaló que el estímulo fiscal podría incrementar el riesgo de que la inflación sea «más duradera» de lo previsto, y que el crecimiento podría resultar más fuerte durante más tiempo de lo esperado.

Oportunidades en los sectores de renta fija:

  • Los valores de grado de inversión como un «pequeño avance» atractivo partiendo de los bonos del Tesoro. El riesgo de impago es bajo, ya que suelen ser muy líquidos y los inversores pueden conseguir un mayor diferencial de interés (los bonos corporativos se cotizan como un diferencial respecto a los bonos del Tesoro). Además, los fundamentos empresariales se han mantenido sólidos y parecen capaces de soportar la posible volatilidad de la macroeconomía en caso de que empeoren las condiciones. Dentro de los bonos con grado de inversión, parece razonable adoptar una posición más defensiva, y nuestros profesionales se muestran más cautos en lo que respecta a las partes más débiles del mercado, como los créditos con calificación triple B, por ejemplo.
  • Los fundamentales de los bonos municipales son sólidos y se están beneficiando del aumento de las valoraciones. Josh es partidario de los bonos municipales imponibles de larga duración y alta calidad, que ofrecen un buen potencial de rentabilidad ajustada al riesgo y pueden actuar como diversificador de la cartera. Mark prefiere los valores intermedios exentos de impuestos, que parecen tener un precio atractivo en relación con algunas de las otras áreas de renta fija, teniendo en cuenta los beneficios fiscales que pueden ofrecer a muchos inversores. Puesto que los bonos municipales suelen tener buena calidad, en caso de que la economía entre en un periodo de crecimiento más lento, estos deberían seguir siendo un lugar atractivo para la inversión. Además, el mercado de bonos municipales es muy amplio y presenta múltiples características.
  • Los valores respaldados por hipotecas institucionales ofrecen otra fuente de rentabilidad de mayor calidad. Mark asegura que su equipo ha desplazado parte de la inversión en bonos del Tesoro de EE. UU. de mayor duración a valores respaldados por hipotecas institucionales debido a diversos motivos. Por lo general, estos suelen ser muy líquidos, apenas presentan riesgo de crédito y cuentan con valoraciones atractivas. Además, dada la subida de los tipos de interés, se ha producido una escasez de nuevas hipotecas, tanto por producción como por refinanciaciones. Josh señaló que su equipo mantenía una ponderación neutral sobre las agencias en medio de la volatilidad de los diferenciales impulsada por el endurecimiento cuantitativo de la Fed. El banco central está reduciendo la deuda pública que posee y está limitando su exposición.
  • El alto rendimiento requiere selectividad crediticia en esta fase del ciclo económico. Aunque los rendimientos son atractivos, nuestros gestores han observado ciertos elementos que incitan a actuar con cautela y se inclinan por una asignación menor a la alta rentabilidad que en los años anteriores. Dicho esto, las decisiones relativas a la asignación de carteras tienen una gran importancia. En comparación con la renta variable, el alto rendimiento parece bastante atractivo, aunque en comparación con el crédito de grado de inversión, no lo parece tanto. Sin embargo, todavía existen algunas oportunidades idiosincrásicas, como los créditos con una calificación de B que evolucionan hacia una mejora a BB.

En resumen, los argumentos a favor de la renta fija parecen bastante sólidos, sobre todo para los inversores que se plantean retirar parte de sus carteras de los valores en efectivo. La correlación entre la renta variable y la renta fija ha disminuido, por lo que la renta fija podría desempeñar un papel importante dentro de una cartera equilibrada y contribuir a reducir el riesgo global y a aportar diversificación. Los valores institucionales y el crédito de grado de inversión nos parecen bastante atractivos en estos momentos como lugares de asignación, sobre todo para los inversores con mayor aversión al riesgo. 

Stephen Dover, CFA
Chief Investment Strategist
Head of Franklin Templeton Institute



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