COLABORADORES

Michael Browne
Investment Strategist,
Franklin Templeton Institute
El 2023 ha sido un año de influencias extraordinarias en el mercado. La estanflación y la inteligencia artificial (IA) compitieron por el liderazgo económico; al mismo tiempo, la geopolítica se deterioró aún más, con la guerra entre Rusia y Ucrania, que no ha llegado a su fin, y la actual guerra entre Israel y Hamás, que reaviva la perspectiva de otro conflicto en Oriente Medio.
Pero al mirar hacia el futuro, es difícil no ver los brotes verdes de optimismo económico procedentes de nuestros equipos: nuestro equipo de mercados emergentes mundiales canta «Here Comes the Sun» de los Beatles, mientras que nuestro equipo de Reino Unido encuentra inspiración en «Reasons to be Cheerful» de Ian Drury.
¿Qué está generando esta situación? Claramente, los mercados de bonos están indicando no solo un nivel máximo en los tipos de interés, sino la vuelta a los niveles de inflación normales. Por lo tanto, el debate ha pasado a girar en torno a la pregunta de cuándo se producirá la primera reducción de los tipos. Somos cautos y nuestra intuición nos dice que es más probable que suceda en la segunda mitad del 2024, pero para los mercados es siempre más importante recorrer el camino que llegar al destino. La buena noticia de la reducción de tipos se descontará mucho antes de que se produzca.
El panorama de inversión, tras este largo período de miedo a la estanflación, ha revelado grandes áreas de un valor excelente, especialmente en Reino Unido y China. La revolución de la IA aún está empezando a crecer. Todas las nuevas innovaciones pasan por cuatro ciclos. La innovación original se recibe con entusiasmo y objeciones. Después, siguen la adopción y la regulación. En la fase de madurez, la innovación, mediante la adaptación y la aplicación, cumple con su propósito y supera expectativas hasta que, inevitablemente, con el paso del tiempo, llega a su obsolescencia.
Sin lugar a dudas, la IA está entrando en la fase uno y esperamos que la revolución cobre velocidad.
Después de todo lo que ha ocurrido en esta década, ¿puede la geopolítica afectar de nuevo a los mercados? Tras una pandemia, una invasión europea y una guerra en Oriente Medio, ¿qué nos podría sorprender? El 2024 será el año de las elecciones en Occidente: tanto Estados Unidos como Reino Unido habrán elegido a sus nuevos líderes para finales de año. Es probable que haya pocas iniciativas nuevas hasta entonces, pero sí habrá mucho ruido. En nuestra opinión, las políticas económicas que aplicaría y puede aplicar una nueva administración no difieren de las actuales. En Europa, aunque las elecciones al Parlamento europeo no son demasiado importantes en sí, constituyen una oportunidad para que los electores protesten. Prevemos un cambio significativo hacia la derecha.
Ha sido una década ajetreada: los años 2022 y 2023 se han caracterizado por unas condiciones de mercado excepcionalmente difíciles. Pero hay motivos para ser optimistas. Obviamente, los últimos acontecimientos han cambiado el mundo, pero con las previsiones de reducción de los tipos y mucho más, los mercados están empezando a mirar de nuevo hacia 2024.
¿CUÁLES SON LOS RIESGOS?
La rentabilidad histórica no es una garantía de los resultados futuros. Tenga en cuenta que los inversores no pueden invertir directamente en un índice. La rentabilidad de los índices no gestionados no refleja las comisiones, costes ni gastos de suscripción.
Los valores de renta variable están sujetos a variaciones en los precios y a una posible pérdida del capital. Los valores de renta fija conllevan riesgos de tipo de interés, crédito, inflación y reinversión, así como una posible pérdida del capital. A medida que los tipos de interés aumentan, el valor de los títulos de renta fija disminuye. Las inversiones internacionales están sujetas a riesgos especiales, entre los que se incluyen el riesgo de fluctuaciones cambiarias y de incertidumbre social, económica y política, los cuales podrían generar un aumento de la volatilidad. Estos riesgos son más acentuados en los mercados emergentes. Las materias primas y las divisas acarrean un mayor riesgo, que abarca las condiciones del mercado, políticas, normativas y naturales, y pueden no ser adecuadas para todos los inversores.
Los valores del Tesoro de EE. UU. están formados por obligaciones de deuda directa emitidas y respaldadas por la solvencia y el crédito del gobierno de EE. UU. El gobierno de EE. UU. garantiza los pagos de principal e intereses ligados al Tesoro de EE. UU. si se mantienen los valores hasta su vencimiento. A diferencia de los valores del Tesoro de EE. UU., los valores de deuda emitidos por agencias y organismos federales, así como las inversiones relacionadas, pueden estar o no respaldados por la solvencia y el crédito del gobierno estadounidense. Si bien el gobierno de EE. UU. garantiza los pagos de principal y los intereses correspondientes a los valores, dicha garantía no se aplica a las pérdidas derivadas del descenso del valor de mercado de dichos valores.
