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Puntos clave

  • El aumento de la incertidumbre política ha mermado la confianza de consumidores e inversores, incrementado las expectativas de inflación y hecho que el repunte del mercado de renta variable se estanque. Creemos que los activos de riesgo rebotarán si la incertidumbre política disminuye en los próximos meses.
  • El gráfico de riesgo de recesión de ClearBridge registró dos cambios negativos en los indicadores en febrero —nuevos pedidos del ISM y curva de rendimiento—, aunque en general se mantiene en terreno verde y expansivo, mientras el consumo de EE. UU. sigue mostrando resiliencia.
  • El actual período de asimilación de la renta variable ha coincidido con una mayor la participación en el mercado, algo alentador para las gestoras activas.

La sensación de debilitamiento podría ser un indicador contrario a los mercados

Los mercados bursátiles estadounidenses se han mostrado volátiles y se han mantenido dentro de un rango limitado desde las elecciones, y el S&P 500 Index ha oscilado en un rango de aproximadamente 175 puntos. Dado que el actual tira y afloja en el liderazgo del mercado limita que se produzca una fuga decisiva, algunos inversores se cuestionan si han quedado atrás los mejores días de la actual subida y si la evolución es tan buena como cabía esperar.

Como se preveía, este período sin rumbo en los mercados ha coincidido con un lento crecimiento económico. El aumento de la incertidumbre política, sobre todo en lo relativo a los aranceles, ha sido un factor clave de esta debilidad. Tanto la encuesta de consumo de la Conference Board como la de la Universidad de Míchigan han desandado con creces los rebotes experimentados tras las elecciones. Además, el potencial de aumento de los precios ha provocado un incremento de las expectativas de inflación a corto plazo tanto en los datos de las encuestas como en los instrumentos a precios de mercado. Por ejemplo, en febrero, el swap de inflación de cupón cero a 1 año alcanzó su nivel más alto desde marzo de 2023, cuando el índice de precios de consumo (IPC) todavía era del 5 % y habían transcurrido menos de 12 meses desde su máximo del 9,1 %.

También ha comenzado a deteriorarse la confianza de los inversores, y la semana pasada el diferencial alcista/bajista de la AAII registró uno de sus 10 peores datos en sus casi 40 años de historia. Aunque puede que haya quienes se planteen reposicionar sus carteras de forma más defensiva, todavía no consideramos que esto esté justificado. Para empezar, históricamente, el diferencial alcista/bajista de la AAII ha sido un indicador contrario, con datos bajistas extremos seguidos de una elevada rentabilidad en el mercado. De hecho, cuando el resultado de la encuesta se ha situado en el decil más bajo (más bajista) como en la actualidad, históricamente, el S&P 500 ha obtenido una rentabilidad media del 13,6 % en los 12 meses posteriores (Gráfico 1). 

Además, no era del todo inesperado que se produjese un período de volatilidad a comienzos de año. Tras la solidez de 2024, muchos necesitaban tiempo para asimilarlo (también nosotros), lo que parece estar sucediendo en la actualidad. Cabe destacar que esta asimilación ha coincidido con una mayor participación en el mercado, en el que el índice S&P 500 equiponderado ha superado la rentabilidad de su versión ponderada por capitalización en un 1,4 % en el ejercicio hasta la fecha. Esto resulta alentador para las gestoras activas, ya que disponen de mayores oportunidades cuando hay más participación en el mercado.

Gráfico 1: Diferencial alcista/bajista de la AAII

*Nota: media móvil de 3 meses. Datos al 28 de febrero de 2025. Fuentes: AAII, Bloomberg, S&P.

Algo que no se esperaba al iniciarse el ejercicio era que los mercados extranjeros superasen a Estados Unidos, y que el MSCI EAFE Index superase al S&P 500 por un 5,9 % en los dos primeros meses de 2025. Buena parte de esta diferencia de rentabilidad se produjo en febrero, ya que la incertidumbre política hizo que aumentase el temor a una ralentización del crecimiento económico en EE. UU. Sin embargo, creemos que esta dinámica puede invertirse durante los próximos trimestres, a medida que vuelva a imponerse el excepcionalismo de EE. UU.

Este punto de vista se centra en la premisa de que la incertidumbre política en Estados Unidos debería reducirse en los próximos meses, y dar paso a los elementos de la agenda de la nueva Administración más propicios a los inversores, como la desregulación y las bajadas de impuestos. Aunque en las últimas semanas se ha producido una sucesión frenética de titulares políticos, dejando a un lado el ruido es posible ver que las variables fundamentales subyacentes son menos graves que lo que estos sugieren. Por ejemplo, aproximadamente 77.000 trabajadores federales han aceptado la compensación ofrecida por el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) hasta la fecha, lo que hace que se mantengan en nómina durante los próximos seis meses. Cabe destacar que esta cifra representa aproximadamente un tercio del número de trabajadores de Estados Unidos que solicitan prestaciones de desempleo por primera vez en una semana concreta. Dicho de otro modo, la magnitud de las reducciones de plantilla del Gobierno hasta ahora parece asimilable y constituye más bien una leve tendencia desfavorable económica que un cambio de rumbo.

Dicho esto, lo que debemos vigilar es el aumento de las solicitudes iniciales de prestación por desempleo durante la última semana de febrero. El aumento de los nuevos despidos de trabajadores suele presagiar una desaceleración del consumo y, en última instancia, puede provocar una recesión, por eso constituye una de las principales variables del gráfico de riesgo de recesión de ClearBridge. Sin embargo, este conjunto de datos puede mostrar volatilidad en cualquier semana concreta, por lo que (como muchos otros) las evaluamos basándonos en la media móvil de cuatro semanas. 

Hay que destacar que el avance de la semana pasada no parece indicar despidos más generalizados relacionados con el DOGE, ya que las solicitudes iniciales en realidad cayeron en total en las tres zonas con más probabilidades de verse afectadas por los recortes en el gasto público: el Distrito de Columbia, Virginia y Maryland. Aunque todavía se desconoce qué ha provocado el reciente movimiento al alza, el indicador de solicitudes de prestación por desempleo se mantiene con firmeza en terreno expansivo, lo cual sugiere que resulta prematuro preocuparse por la debilidad del mercado laboral. 

La crisis de confianza derivada de la incertidumbre política recientemente ha comenzado a afectar en el ámbito empresarial, así como a los consumidores e inversores. La encuesta del ISM sobre el sector manufacturero mostró un leve descenso en febrero, y varios de los comentarios del informe se refirieron a los aranceles. Sin embargo, fueron menos favorables los elementos internos del informe, y el subcomponente de nuevos pedidos en el que se centra el gráfico retrocedió de 55,1 a 48,6, con lo que regresó al color amarillo este mes. Además, el segmento de rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años menos el de las letras del Tesoro a 3 meses dentro de la curva de rendimiento volvió a invertirse a finales de febrero, e hizo que la señal volviese a ser roja.

Ambos indicadores habían mejorado en los últimos meses y sus retrocesos sirven de recordatorio pertinente de que las condiciones económicas no trazan una línea recta. El gráfico no ha registrado otros cambios durante este mes y la señal general se mantiene firmemente en verde. El contexto general apunta a que, si bien puede que vuelvan a resurgir algunas señales de advertencia, los riesgos generales de recesión siguen siendo contenidos por el momento.

Gráfico 2: Gráfico de riesgo de recesión de ClearBridge

Fuente: ClearBridge Investments.

Solo con el tiempo se sabrá si la actual sacudida en la confianza deriva en algo peor. El descenso de la confianza y la inestabilidad de los mercados reflejan el aumento de la posibilidad de que se produzcan resultados desfavorables, un riesgo que se ve reforzado por el lento crecimiento económico en ciernes. Aunque históricamente ha sido preocupante, el valor de la señal de las encuestas sobre consumo se ha visto diluido desde la pandemia, ya que un deterioro de la confianza no se ha traducido en un menor gasto en los últimos años. Dicho de otro modo, hoy debe observarse qué hacen los consumidores, no solo lo que dicen. 

El consumo se ha mantenido sólido, gracias a la fortaleza del mercado laboral y a los saneados balances particulares. Además, es probable que los fenómenos meteorológicos extremos hayan distorsionado el verdadero ritmo del impulso económico de Estados Unidos, ya que el país registró su mes de enero más frío desde 1988.  A medida que en los próximos meses la situación se aclare y, lo que es más importante, a medida que se vislumbre una evolución política positiva como el aumento de las rebajas fiscales, es probable que la confianza se vea reforzada y mejoren las expectativas de crecimiento económico. Si esto se hiciera realidad, el actual período de asimilación daría paso a la reanudación de este mercado alcista. Por lo tanto, el actual episodio de volatilidad puede suponer una oportunidad de compra para los inversores a largo plazo.



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